viernes, 1 de abril de 2011

El final de una historia

Cuando Moisés, el padre de Atena, nota que su hija está parada en la puerta de la habitación, se sorprende, asustado y con nervios, hace un pequeño salto para cubriese con la sabana, Atena después de observar la traumática escena borra de su cara la hermosa sonrisa con las que frecuenta saludar a su padre después de llegar de la escuela y se empieza a cuestionar en su mente: ¿Quién es ella?, ¿Qué está haciendo en la cama con mi padre?, ¿Porque lo ha hecho?. Atena en voz alta le pregunta a su padre, “¿Padre, que estás haciendo?”, Moisés le responde: “Hija tranquila, solo le ayudo a nuestra vecina a envolver nuestras sabanas para que le haga unos arreglos de costuraría, “y, ¿Por qué estas desnudo y por qué estabas desvistiendo a esa señora?” Moisés intenta explicarle con la verdad lo que estaba haciendo con la vecina, “No hija, no estamos desnudos, y no la estaba desvistiendo, solo me paso su ropa para yo meterle la aguja por el agujero, “y por qué la señora gritó?, porque la he pinchado muy duro con mi aguja, me entiendes?”, “y, ¿qué es esa cosa larga, metálica y con la punta redonda que está en el suelo?”, Moisés le responde “Eso es una paleta hija, no preguntes más y ve a hacer los deberes, cuando crezcas entenderás”. Atena con su gran inocencia le cree a su padre todo lo que le dijo, pues Atena con solo 5 Años de edad, regida bajo la religión cristiana, no conocía ninguna de las cosas que lo mayores hacían en cuanto al deseo de la carne. Al día siguiente, Moisés sale de su casa y le dice a Atena que va donde la vecina, ya que no pudieron terminar lo que empezaron aquel día, “hija, voy a hacer el trabajo de las sabanas donde la vecina”. Atena, sentada en el comedor, sigue haciendo los deberes para la escuela
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Al día siguiente, Atena por su parte al llegar a su escuela, se encuentra con su mejor amiga, Deosa, y le cuenta a Atena que en su casa, los vidrios de las ventanas se habían quebrado, porque los trabajadores de una fábrica cerca de su casa habían hecho disturbios y lanzaron un artefacto que destruyo el cuarto de su madre y que la cama había quedado toda quemada, y habían mandado las sabanas y cobijas dentro de una bolsa a donde el señor Caspio, el sastre, Deosa, le dijo a Atena que si la acompañaba a la casa del sastre a recoger la bolsa con las sabanas y mientras esperaban, la madre de Deosa les compraría paletas, y de una vez le cocerían el uniforme que se le descoció. Cuando Atena llegó a su casa, dejó sus libros en la sala y le dijo a su padre: “padre, iré a acompañar a mi amiga Deosa y a su madre a donde el sastre, ¿puedo ir?”, su padre le responde: “claro hija”. Al finalizar la tarde, La madre de Deosa lleva a Atena a su casa y cuando entra el padre sentado en la sala le pregunta a su hija: “Hija, ¿cómo te fue, que hicieron?” Atena responde: “Bien padre, Deosa y yo nos quedamos en la puerta chupando las paletas redondas que tanto me gustan, mientras que el sastre le hacia el trabajo de las sabanas a la mamá de Deosa, después, Deosa entro a la casa del sastre para que le metieran la aguja en el agujero de Deosa y me reí mucho, porque Deosa pegó un grito ya que el sastre la había pinchado muy duro. El padre sorprendido, se queda boquiabierto, Atena entra a su cuarto y se duerme.

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